Nuestra concepción del mundo naturalista y científica es, en lo esencial, una creación del Renacimiento; pero el interés por la individualidad, la investigación de las leyes naturales, el sentido de fidelidad a la naturaleza en el arte y en la literatura no comienza en modo alguno con el Renacimiento.
El impulso hacia la nueva orientación lo dio la Edad Media. El naturalismo del siglo XV no es más que la continuación del naturalismo del gótico, en el que aflora ya claramente la concepción individual de las cosas individuales.
Lo nuevo no era el naturalismo en sí, sino los rasgos científicos, metódicos e integrales del naturalismo. Es decir, la conciencia y la coherencia con que los datos empíricos eran registrados y analizados. El naturalismo del gótico comenzó cuando las representaciones de las cosas dejaron de ser exclusivamente símbolos y empezaron a tener sentido y valor, incluso sin relación con la realidad trascendente, como mera reproducción de las cosas terrenas.
Con la venida del Renacimiento se realiza un cambio solo en el sentido de que el simbolismo metafísico se debilita y el propósito del artista se reduce a la representación del mundo sensible. A medida que la sociedad y la economía se libera de las cadenas de la doctrina de la iglesia, el arte se vuelve también con rapidez progresiva hacia la realidad, pero el naturalismo no es una novedad del Renacimiento, como tampoco lo es la economía del lucro.
(A. Hauser, Historia social de la literatura y del arte).